sábado, 29 de abril de 2017

La jeta de Irene Montero... y de Pablo Iglesias

Llegaba el martes por la noche y un vídeo de Podemos corría como la pólvora por las redes sociales. En él, se podía ver a una Irene Montero (nº2 de Podemos) indignada. El motivo, una supuesta censura de la Cadena Ser hacia ella, que no le dejó participar en el debate radiofónico ‘Hora 25’, presentado y dirigido por la periodista Àngels Barceló.
En realidad, lo que ocurrió fue que Irene Montero no estaba invitada. Ni más ni menos. Como contó la directora del programa, son ellos los que invitan, en función de los temas a debate. Y el invitado de Podemos siempre fue Íñigo Errejón, desde hace 3 años, incluso antes de tener representación parlamentaria, al igual que el invitado de Ciudadanos.
Los que hablan de vetos se equivocan. Lo mismo para los que hablan de censura. La Cadena Ser, como empresa privada, invita a quien quiera a sus programas de radio; no a los que se presenten allí por amor al arte. Podemos tiene poder de decisión sobre Errejón, pero no sobre el medio de comunicación. Eso lo sabe cualquiera, menos los que buscan cualquier motivo para hacerse las víctimas, los perseguidos, como hace constantemente Podemos, que hace de la infantilización la base de su acción política, tanto parlamentaria como extraparlamentaria.
Y luego está Pablo Iglesias, quien defiende a su nº2, como es obvio, pero demostrando ambos una gran jeta e hipocresía. Hablan de censura mientras ellos mismos hablaban, con razón, de que en La Tuerka y en Fort Apache los invitados los eligen ellos. ¿No pueden entender que en La Ser es exactamente igual? No creo que sean tontos, es pura estrategia política para seguir dividiendo y polarizando, pintando a algunos medios de comunicación como tentáculos de “la trama”, mientras ellos se presentan como los puros e inmaculados, censurados por el régimen por miedo, etc.
Pero desde Podemos no se dan cuenta de que en esta ocasión tiene efecto nulo. Por dos razones: el día que se debería hablar de Esperanza Aguirre, Ignacio González, Jordi Pujol Ferrusola, etc. se habla del ridículo de Irene Montero. Por otra parte, solo los hooligan de Podemos defienden la posición de Montero e Iglesias (la versión de que son censurados). Las redes sociales se han llenado de comentarios críticos, gran parte de gente que se siente representado por el partido morado, para reprocharles que en esta ocasión no llevan razón y para echarles en cara haber apartado a Errejón de ‘Hora 25’.
Irene Montero, no estás invitada. Prueba otro día.

* Publicado en La Razón

sábado, 8 de abril de 2017

La ciencia política según Giovanni Sartori

El pasado 3 de abril (aunque la noticia se supo el 4) nos dejó uno de los mejores politólogos contemporáneos, maestro de la teoría de la democracia y los sistemas de partidos políticos. Nos dejó Giovanni Sartori a los 92 años. Casi todos ellos dedicados a la ciencia política, disciplina a la que identificaba como “la renacida”, por el cambio de enfoque que tuvo lugar en ella a partir de la década de 1950.
Para el maestro florentino la ciencia política tuvo un antes y un después a dicha década. Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, estábamos ante una disciplina “dominada por los enfoques jurídicos e históricos”. Fue a partir de la década de los 50 cuando se empezó a emplear un enfoque de investigación (él mismo se considera un fundador de dicho enfoque, junto a politólogos de la talla de Juan Linz Stein Rokkan, entre otros).
Pero no todos aceptaron este enfoque, o mejor dicho, la calificación de “ciencia política”. Los británicos siempre han preferido utilizar la etiqueta de “estudios políticos” o “estudios de gobierno”. Para Sartori esto tiene lugar por tres detalles: la utilización de un lenguaje ordinario, no separar la investigación narrativa de la cognitiva; en base a lo anterior, la no utilización de un lenguaje ‘especializado’; y, por último, la ausencia de bases metodológicas ad hoc, es decir, la ciencia política no genera una metodología autóctona para reflexionar y explicar la realidad política, por lo que se vuelve en sí misma una copia de paradigmas dominantes.

Resultado de imaxes para sartori

¿Qué debe ser, pues, la ciencia política? Giovanni Sartori asemeja la ciencia política a las ciencias económicas, a las cuales denomina su modelo, pese a haber diferencias metodológicas, por lo que, en palabras del propio Sartori, “los economistas lo tienen más fácil”. Firme defensor de la ciencia política, creyó que se había elegido un modelo equivocado, fracasando en el establecimiento de su propia identidad por no determinar una metodología propia, pero no metodología entendida como técnicas de investigación y procesamiento estadístico, sino como el ‘método del logos’, es decir, una forma de pensamiento.
Por otro lado, Sartori era un crítico de la ciencia política dominante a partir de los años 50 por no llevar a cabo la confrontación entre teoría y práctica (ciencia política normativa y ciencia política empírica), por lo que la calificaba de “ciencia inútil”, de no saber “cómo hacerlo” y excederse en la teoría, en la parte pura de toda ciencia.
Es por ello, que en la hora de su muerte, además de homenajearle (el mejor homenaje es comprar sus libros y leerle, como bien dice el politólogo Fernando Vallespín), debemos tener en cuenta, para hacer grande a la ciencia política (también debatir interna y externamente y mejorar aquello en lo que no estemos de acuerdo con el genio florentino).
Yo, como politólogo, quería aprovechar estas líneas para escribir sobre algo diferente a lo que podemos encontrar estos días sobre el politólogo italiano. Casi siempre sobre sus libros sobre democracia y partidos políticos, sus valores democráticos y la defensa de la civilización occidental. Su postura sobre la ciencia política es algo diferente y de mucha importancia para los que estamos en esta disciplina.
Descansa en paz, maestro.

*Publicado en La Razón

lunes, 3 de abril de 2017

Liberalismo y riqueza (II)

Hace dos semanas hablé en estas mismas líneas sobre las dos formas de crear y acumular riqueza. Lo que Franz Oppenheimer llamó ‘medios económicos’ y ‘medios políticos’. Los primeros son los medios voluntarios, pacíficos, el mercado. Los segundos son los medios de la coacción y la violencia.
En este artículo quiero seguir por ese camino y desmentir la falacia de que el liberalismo económico beneficia a los ricos. Es un invento de aquellos que quieren planificar (aún más) la economía, con un discurso anti-ricos, englobando a todas las fortunas como conexiones entre economía y política. Es decir, hablan de que se enriquecen mediante el robo (en sus términos: plusvalía), las disposiciones legales a su favor, un mercado desregulado y engloban todo ello dentro de un capitalismo «neoliberal» dominante en el mundo, que hace crecer la desigualdad y la pobreza, dicen.
El liberalismo -económico- se caracteriza por la separación entre economía y política. La menor intervención posible del Estado en la economía. ¿Beneficia a los ricos? No. En un marco institucional liberal no hay cabida para la corrupción y las conexiones entre políticos y empresarios o grupos de interés, para crear leyes a su favor, que les permita enriquecerse mientras el resto no puede acceder a dicha riqueza. La igualdad ante la ley y la competencia anulan esos incentivos perversos y crean la posibilidad de que el más pobre, con el paso de los años, trabajo duro, emprendimiento, etc. pueda llegar a ser uno de los más ricos.
En el mercantilismo se produce una desfiguración del capitalismo. En él sí existe interés de que ciertas empresas o personas físicas controlen el mercado. La concentración de la riqueza se produce mediante la intervención del Estado en la economía: subvenciones, manipulación de la moneda, fábricas financiadas por el Estado (manufacturas reales), monopolios, aranceles a las importaciones y prohibición de exportaciones en ciertos productos, entre otras medidas. Aquí sí existe beneficio a los ricos, mediante conexiones con el poder, que en la Europa mercantilista eran reyes absolutos, nada que ver con políticas económicas liberales.
En el capitalismo de libre mercado, en ausencia de conexiones entre política y economía, puede haber posibilidad de que cualquier persona alcance el nivel de vida que tenga en mente. En sistemas económicos (como el mercantilismo, el proteccionismo, el socialismo, etc.) donde sí hay esas conexiones, no todos pueden alcanzar el nivel de vida que deseen, solo aquellos que pertenezcan a la dinastía, oligarquía o del estilo, pues la riqueza siempre estará en las mismas manos.
Es fácil, comparen quien era el más rico de Cuba hace 50 años y quien lo es hoy. Verán que ambos son Castro. Hagan lo mismo para un país como EEUU, Canadá o un país europeo y verán que no tiene similitud el más rico de hace 5 décadas y el de la actualidad. La lista Forbes lo corrobora: los multimillonarios cambian en cuestión de pocas décadas y el patrimonio se esfuma si no se sabe cuidar.
Solo hay movilidad social en aquellas economías abiertas, más libres. Eso es lo que deberíamos defender todos. Liberalismo económico, posibilidad de progreso para todos, no solo para unos pocos, cercanos al Poder. Por tanto, como he tratado de explicar en estas líneas, el liberalismo no beneficia a los ricos, sino a los pobres, pues el libre mercado, la igualdad ante la ley y la ausencia de conexiones política-economía les permite poder ir ascendiendo en la escala social y llegar a ser lo que desee, como han demostrado a lo largo de la historia varios ricos que empezaron desde abajo, como los creadores de Google, quienes empezaron en un garaje y en poco tiempo desbancaron a Yahoo! y similares; Amancio Ortega, quien comenzó con una tienda de batas; el actor Dwayne Johnson, quien solo tenía $7 en el bolsillo y ahora es de los mejores pagados de Hollywood. Y así, multitud de ejemplos más.

* Publicado en La Razón