Uno de los temas favoritos del mainstream económico actual
es el de la desigualdad. Y más desde la crisis que comenzó en 2007. Se suele
poner el acento en la diferencia de ingresos entre los deciles bajos (menos
ingresos) y los deciles altos (más ingresos), hasta el punto de querer hacer
ver que un aumento de los ingresos en las clases altas es la causa de una
disminución de ingresos en las clases bajas. Es lo que se conoce como falacia de la economía como juego de suma
cero, algo que no es real, puesto que lo que ganan unos no es porque lo
pierdan otros o viceversa; puede aumentar la desigualdad reduciéndose la
pobreza. Entender la economía como un juego de suma cero suele terminar siempre
en la misma situación: una agenda política ‘anti-ricos’ en pro de más igualdad.
Aunque hay 3 tipos de desigualdad (renta, riqueza y
consumo), habitualmente los medios de comunicación se refieren únicamente a la
desigualdad de renta, desechando las dos restantes. Así, suelen decir que
España es uno de los países más desiguales de Europa. En desigualdad de renta,
sí. En desigualdad de riqueza y consumo ocurre todo lo contrario, como pone de
manifiesto el informe
sobre desigualdad que realizaron Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo
(Instituto Juan de Mariana). En riqueza y consumo España es de los países menos
desiguales de Europa.
¿Es la desigualdad el problema más importante? Un estudio del
Pew
Research Center da a entender que no. Entre las diferentes categorías económicas
(economías avanzadas, emergentes y en desarrollo), en ninguna la desigualdad aparece
como el problema más importante. Las economías avanzadas optan por la deuda pública
(64% vs 56% desigualdad) y las economías emergentes ven como problema mayor el
aumento de los precios (77% vs 60%). Por su parte, las economías en desarrollo
creen que el mayor problema es el desempleo (86% vs 60%). No todo es la
desigualdad, aunque muchos se empeñen en ello.
Creo que se debe poner más el enfoque en reducir la pobreza
(esto es, intervenir menos en la economía) y no empeñarse en que la desigualdad
sea mala per se. Como bien dice Pedro Schwartz, “no me importa la desigualdad porque no soy envidioso, me importa la
pobreza”. Parece ser que España está llena de envidiosos.
* Publicado en La Razón