lunes, 30 de mayo de 2016

Pues sí, soy antisistema

El otro día, en un programa de «Eco_TV», presentado por Iván Ayala, un inspector de Hacienda le dijo a Fernando Díaz Villanueva que «el discurso liberal es un discurso antisistema». No sé si lo dijo por ignorancia o por ganas de ofender, pero he de decir que el señor tiene razón. Yo, que soy liberal, me identifico como antisistema. Anti consenso socialdemócrata, que es lo que impera en esta España y en la Europa del siglo XXI.

Estoy en contra de un sistema en el que se le da más importancia a cualquier colectivo antes que al individuo.

Estoy en contra de un sistema en el que nada queda fuera del Estado. Políticos y burócratas han ido tejiendo una red normativa y fiscal, que no deja incentivo alguno al progreso y solo quiere que los individuos sean parásitos de lo que ellos ordenen y manden.

Estoy en contra de un sistema en el que la educación queda en manos del Estado. En la que no puedes elegir. Puedes llevar a tus hijos a un colegio privado, sí, pero a la vez estás pagando la educación pública. Puedes llevar a tus hijos a un colegio privado, sí, pero no puedes elegir ni el contenido ni su forma de estudio. Todo queda regulado por ellos, el poder público.

Estoy en contra de un sistema en el que la sanidad queda en manos del Estado. Servicios públicos caros e ineficientes, como muestran varios informes. Como siempre ocurre en estos casos, surge «la falacia del proveedor único», que como dice Carlos Rodríguez Braun, es «la falacia del Estado que está», es decir, la creencia de que hay algunos aspectos que solo puede proveer el Estado, generalmente la educación, la sanidad y las pensiones, entre otros. Más falacias sobre la sanidad privada, como decir que los hospitales y centros sanitarios se guiarían más por obtener beneficios que por la salud de sus pacientes/clientes. Los beneficios llegan haciendo un buen trabajo, acoplándote a la demanda y haciéndolo mejor que la competencia. Por tanto, los beneficios llegan por medio de la salud de sus clientes; cuanto más curen, más rápido, etc., es decir, mejor desempeño tengan en su trabajo, más pacientes recibirán, cuestión del efecto llamada (entre dos o más hospitales, irás al que mejor fama tenga y en el que sus equipos médicos hagan mejor su trabajo). Algo tan obvio que un socialista/comunista no es capaz de asimilar.

Estoy en contra de que las pensiones queden en manos de una administración pública llamada Seguridad Social, un invento franquista (Ley de Bases de la Seguridad Social, 1963) del que socialdemócratas, socialistas y cualquier estatista está encantado de su existencia. Por cierto, la Seguridad Social es un fraude. Las pensiones públicas, también. Es el síndrome de Estocolmo en la política económica. El Estado, que utiliza el miedo y la psicología, intenta convencer de que sin él no tendrás pensión, que él te roba mediantes cotizaciones sociales (que no llegas a fin de mes por su culpa) para que cuando te jubiles “disfrutes” de una pensión mísera, pues resulta que lo que has cotizado no es para tu jubilación, sino para los que estaban jubilados mientras trabajabas. Lo llaman solidaridad entre generaciones. Yo lo llamo robo.

También estoy en contra de un sistema que condena a jóvenes y/o sin estudios al paro por eso que conocemos como Salario Mínimo Interprofesional, otro invento franquista (1963), del que los estatistas de todos los partidos (copiando a Hayek) están satisfechos. Sí, en el PP también. Dicen de él que es un partido liberal, pero si de verdad lo fuera, lo hubiera eliminado hace años en alguno de sus Gobiernos. A mí no me la cuelan.

Estoy en contra de las dificultades que existen en nuestro país para crear una empresa, como parte de una libertad económica que hemos perdido con el paso de los años. Mientras que la media de la UE está en 11.6 días, en España se necesitan 17 días de media para crear una empresa. Casualmente, los países con mayor libertad económica tienen un espacio de tiempo menor. También estoy en contra del mercantilismo y proteccionismo a base de decretos, por los que unas empresas son privilegiadas por el poder político, a base de subvenciones, generalmente.

Estoy en contra, por supuesto, de que los partidos políticos pertenezcan al Estado y no a la sociedad civil, a quien debe representar. Financiación privada y adiós a las subvenciones.

Estoy en contra, en definitiva, de tantas y tantas cosas de este sistema político y económico que tenemos en España, el consenso socialdemócrata. Sí, soy antisistema y pueden llamármelo tranquilamente, pues no me ofenderá, todo lo contrario. Como contestó Fernando Díaz Villanueva al inspector de Hacienda, sobre el discurso antisistema: «Sí, totalmente».

No hay comentarios:

Publicar un comentario