martes, 26 de enero de 2016

El Estado contra la voluntad del individuo: el caso de las drogas

Los Estados modernos, en su intento de crear “ciudadanos modelos”, han impuesto una serie de normas y leyes injustas, en contra de la propia Ley, que diría el economista liberal Frederic Bastiat, la cual debe proteger de ataques ajenos, únicamente, Vida, Libertad y Propiedad de cada individuo. Una de esas leyes es la ilegalización de las drogas. Dentro de las muchas libertades que los poderes públicos han ido arrebatando a los individuos, la cuestión de las drogas es una de ellas.
Las drogas deberían ser legalizadas y liberalizadas. Tanto la producción como la distribución y el consumo. Es una cuestión del más básico individualismo: mi cuerpo me pertenece a mí y tu cuerpo a ti. Por tanto, debe ser el individuo quien decide qué sustancias toma o deja de tomar, aun cuando sean sustancias que le perjudiquen -juicio que debe realizar el individuo-, pero nunca debe ser el Estado (políticos y burócratas, básicamente) quien haga de padre de cada uno de nosotros y nos diga lo que debemos hacer o no en cada acción que realicemos. Cada uno debe ser libre de consumir lo que desee, mientras no haga daño y atente contra otros.
La Guerra contra las Drogas (War on Drugs)
La Guerra contra las Drogas (la cual comenzó el Gobierno de EE.UU. presidido por Richard Nixon) no es más que la persecución del Estado hacia individuos libres y responsables, que deciden hacer uso de sustancias que los propios poderes públicos consideran que son dañinas. Pero dicha Guerra ha sido (y sigue siendo) un auténtico fracaso. Ha fracasado en impedir el abuso de las drogas. Ha fracaso en evitar muertes por consumo de drogas. Ha fracasado en mantener las drogas fuera de las manos de los adictos. Ha fracasado en mantener las drogas lejos de los adolescentes. Ha fracasado en reducir la demanda de drogas. Y ha fracasado en detener la violencia asociada con el tráfico de drogas.
A la hora de evaluar la Guerra Contra las Drogas, la interrogante radica entonces en si todas estas vidas perdidas, todo el dinero, toda la violencia, toda la corrupción y la formidable erosión de las libertades civiles está dando sus frutos. Quizá baste con citar la primera frase del informe Evaluación nacional sobre la amenaza de la droga, en su edición de 2010: “En general, ha aumentado la disponibilidad de drogas ilícitas”.
La Guerra contra las Drogas ha fracasado en todos sus objetivos, pero sí ha servido paraenviar a prisión a personas cuyo único “delito” ha sido el consumir una sustancia prohibida o simplemente venderla, saturando de este modo las cárceles de todo el mundo. Como dice Walter Block, hay muchas razones para oponerse a la ilegalización de las drogas, pero la principal es que viola el principio de no agresión, ya que el Estado usa la violencia contra usuarios pacíficos y empresarios que suministran este bien. La Guerra contra las Drogas ha servido para reforzar el Estado Policía: vigilancia y paternalismo llevados al extremo.
No son criminales ni deben estar en la cárcel
Por tanto, aquellos que quieran producir y distribuir drogas dentro de un mercado libre, mediante oferta y demanda y sin agresiones ni obligaciones a terceros, deben tener la libertad de hacerlo. Y aquellos que deseen comprar y consumir, igual. Pese a lo que se ha ido inoculando en las sociedades modernas, los productores, distribuidores y consumidores de drogas no son criminales, mientras que accedan libremente y por convencimiento propio. Las cárceles de todo el mundo están repletas de personas asociadas a la droga, siendo una vejación hacia un individuo que debe ser libre para decidir qué consumir.
Es por ello que, una vez se legalizaran y liberalizaran las drogas, el dinero destinado a mantener la Guerra contra las Drogas debería ir destinado a combatir a los verdaderos criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, violadores, ladrones, grupos terroristas, estafadores, etc.)
La legalidad de una sustancia responde, simple y llanamente, a la arbitrariedad del Estado. Como digo, quienes producen o consumen drogas no son criminales porque el Estado prohiba dichas sustancias. Si mañana se prohibiera el alcohol y el tabaco, ¿serían criminales los millones de españoles que lo producen, distribuyen y consumen? Por supuesto que no; lo mismo sucede en el caso de las drogas ilegales.
Así pues, debemos dejar atrás el paternalismo estatalser responsables de nuestros actos y consumir lo que deseemos mientras no impongamos y obliguemos a terceras personas. Ya va siendo hora de ser libres e independientes. Para ello, entre otras cosas, es hora de legalizar y liberalizar la producción, distribución y consumo de drogas. El Estado contra la voluntad del individuo: las drogas es un claro ejemplo de ello.

sábado, 23 de enero de 2016

Goyo, yo nunca te olvidaré

Hoy hace 21 años que esos hijos de puta de la ETA te asesinaron. Yo tenía poco más de 1 año, no te recuerdo, pero no por ello ignoro quién eres, lo que hacías y por qué te mataron.

Sé que esos cobardes te quitaron la vida porque no te soportaban; no aguantaban la valentía que demostrabas tener, siempre sin complejos, defendiendo tus principios ante las amenazas de esos asesinos. Nunca te doblegaste, tuvieron que dispararte para que, una vez muerto, ellos consiguieran lo que no consiguieron mientras tú estabas vivo.

El PP en el País Vasco era lo que era en gran medida gracias a ti, a tu valentía y a tu lucha por la libertad. De ese PP ya queda más bien poco. Ahora, algunos de tu partido prefieren olvidarte y reírles las gracias al brazo político de aquellos que acabaron con tu vida; los que deberían tenerte siempre presente parece que te olvidan. Han perdido toda dignidad.

Siento que tu lucha por la libertad en el Pais Vasco -y en el resto de España- la han tirado por tierra algunos de los que deberían llevar siempre tu nombre y tu recuerdo por delante. Y eso me duele.

Por eso, hoy, cuando se cumplen 21 años de tu asesinato, quiero decirte que yo no te olvidaré, y siempre me acordaré de que fuiste -y eres- el modelo de político que ante las amenazas, no solo no se rinde, sino que da lo mejor de sí. Gracias.

Descansa en paz, Goyo.


miércoles, 13 de enero de 2016

La proporcionalidad electoral en España

Los efectos de todos los sistemas electorales, mayoritarios o proporcionales, apuntan en la misma dirección de la desproporcionalidad, aunque existan ciertas diferencias de grado y todos ellos busquen evitar, al fin y al cabo, una desproporcionalidad extrema.

De forma más específica, todos los sistemas electorales producen, en primer lugar, efectos mecánicos, que consisten en la sobrerrepresentación de los dos primeros partidos, en mayor medida del primero, al “traducir” los votos en escaños; dicho de otra manera, en el momento de la distribución de los escaños, los dos primeros partidos suelen lograr más escaños que los que les corresponderían. El reparto de escaños es una operación de suma-cero, por lo que esas primas para los dos primeros partidos conllevan penalizaciones para los demás, que resultan así infrarrepresentados. Es lo que se ha denominado la desfragmentación de los sistemas de partidos por efecto de los sistemas electorales, o al menos el “efecto reductor” en palabras del politólogo italiano Giovanni Sartori.

En segundo lugar, los sistemas electorales desarrollan también efectos psicológicos, que tienen dos clases de manifestaciones, según se proyecten sobre las élites políticas o sobre los electores. En lo que se refiere a las élites, estos efectos psicológicos se concretan en las estrategias diseñadas para la obtención de los máximos beneficios del sistema electoral -por ejemplo, formando coaliciones electorales-, o para la aminoración de sus consecuencias negativas. En lo referente a los electores este tipo de efectos se manifiesta en lo que se ha denominado el voto útil, también llamado voto estratégico, consistente en la percepción de que el partido que les gustaría elegir no tiene muchas posibilidades de lograr representación, optando entonces por otro partido para no “desperdiciar” su voto. Suele incrementarse así el número de votos de los partidos más grandes en detrimento de los demás.

El sistema electoral español no es indiferente; siempre ha sido criticado por la falta de proporcionalidad, es decir, por la sobrerrepresentación de los partidos grandes y la inversa, la infrarrepresentación en el caso de los partidos pequeños. Se suele acusar al sistema electoral de que los partidos que más votos consiguen obtienen un porcentaje de escaños superior respecto a los votos. El pasado 20 de diciembre hubo elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado -y no al Presidente del Gobierno como muchos piensan equivocadamente-, por lo que podemos comprobar mediante los resultados electorales la proporcionalidad existente en España.


Como podemos observar, hay dos partidos especialmente favorecidos por el sistema electoral, lo que se ha venido llamando “bipartidismo”: PP y PSOE. Y dos partidos a los que les han “robado” escaños: Ciudadanos e Izquierda Unida-Unidad Popular, el cual ha sido más perjudicada con un 3.1% de escaños menos que de votos.

¿Es este un comportamiento natural del sistema electoral español o se viene mostrando solo recientemente? Si comprobamos esto mismo en las anteriores elecciones generales, nos daremos cuenta de la relación escaños-votos en los distintos partidos a lo largo de la historia electoral reciente de España.


Observamos que tradicionalmente PP y PSOE consiguen más escaños que votos, es decir, están sobrerrepresentados -excepto en las elecciones de 1977 y 1979 cuando AP era un partido minoritario-. El sistema electoral español perjudica a partidos menos votados, como vemos en el cuadro con la serie histórica del PCE e IU.

Por lo que podemos afirmar que el sistema electoral español premia a los partidos de ámbito estatal más votados y castiga a los menos votados. Dentro de los partidos de ámbito no estatal (PANE), los partidos regionales concentran su apoyo en un territorio concreto y no hay apenas diferencia entre escaños y votos, manteniéndose estable a lo largo de las diferentes elecciones que se han celebrado en España.

La circunscripción única

España obtiene estos resultados con un sistema electoral que es plurinominal cuyas circunscripciones son las provincias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla -en total son 52 circunscripciones-. Si la circunscripción fuera única, es decir, que solo hubiera una circunscripción (todo el territorio español), ¿cambiaría el resultado de la proporcionalidad? Para calcular la proporcionalidad en dicho escenario he utilizado los resultados electorales y he calculado los escaños que ganaría cada partido si no hubiera circunscripciones provinciales y solo existiera una circunscripción nacional.

Por otro lado, he querido calcular los escaños -también bajo circunscripción única- que ganaría cada partido en dos casos diferentes: un Congreso de 300 diputados y un Congreso de 400. Actualmente el Congreso de los Diputados cuenta con 350 escaños, pero el artículo 68 de la Constitución Española refleja lo siguiente: “El Congreso se compone de un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados, elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto, en los términos que establezca la ley”, por lo que me ha parecido interesante hacer el cálculo con el mínimo y el máximo de diputados posibles y analizar si varía la proporcionalidad electoral. 




Una vez visto cómo quedaría el Congreso de los Diputados en función del número de escaños y la diferencia en la proporcionalidad, nos damos cuenta que los resultados actuales son los menos proporcionales de los cuatro escenarios analizados. Sin duda parece que utilizar solo una circunscripción que abarque todo el territorio nacional ayudaría a encontrar (a priori) una solución hacia una mayor proporcionalidad, sobre todo en el caso de los partidos menos votados.

Esto nos deja claro que el problema de la desproporcionalidad en España no es culpa del sistema D’Hondt, como muchos suelen decir, sino del tamaño de las circunscripciones. Ya vemos que con una sola circunscripción no habría, en principio, problema alguno respecto a la proporcionalidad, y también se utilizaría el sistema de reparto de escaños actual. Un análisis de Politikon ayuda a entender el problema del tamaño de las circunscripciones.


Como vemos en esta imagen, la proporcionalidad aumenta conforme aumenta el tamaño de la circunscripción. En las circunscripciones grandes, como Madrid o Barcelona, no existe una distorsión tan grande como ocurre en las circunscripciones más pequeñas, donde menos escaños se reparten, como pueden ser Zamora y Soria en el ejemplo. Esto ocurre porque en muchas circunscripciones pequeñas hay más partidos que escaños en juego, por lo que es imposible que todos los partidos obtengan representación, y si la obtienen, es muy complicado que sea proporcional a los votos.

Por tanto, el problema de la desproporcionalidad lo tenemos en el tamaño de las circunscripciones, sobre todo en las pequeñas, donde se reparten 5 o menos escaños. Decía antes que España tiene 52 circunscripciones electorales, de las cuales 28 son pequeñas. El resto se reparten entre 17 circunscripciones medianas -entre 6 y 9 escaños- y 7 circunscripciones grandes -a partir de 10 escaños-. Más de la mitad de las circunscripciones españolas son pequeñas, donde más se acentúa la desproporcionalidad electoral. Es lo que se conoce como sesgo mayoritario: muchas circunscripciones eligen pocos diputados. Esta es una de las causas de la desproporcionalidad electoral en España.

La circunscripción autonómica

Como decía antes, la ley electoral española está basada en las circunscripciones provinciales para las elecciones generales. Ya hemos visto que la proporcionalidad electoral se ve más resentida con dichas circunscripciones provinciales que si fuera una circunscripción única de todo el territorio nacional. Pero qué ocurriría con la proporcionalidad si la circunscripción fuera autonómica, es decir, cada circunscripción para el reparto de escaños fuera cada una de las comunidades autónomas. Para ello sumamos el número de escaños que reparte cada provincia para saber cuántos escaños repartiría cada comunidad autónoma. En este caso solo puedo hacer una simulación para un Congreso de 350 escaños, ya que es imposible saber cuántos escaños repartirían cada comunidad en el caso de que el Congreso estuviera formado por 300 ó 400 escaños.



Como podemos comprobar, no existe una diferencia muy pronunciada entre la proporcionalidad existente con la circunscripción provincial y la que habría con la circunscripción autonómica. Tan solo hay un partido de diferencia (Nós), con lo que tampoco estaríamos hablando de un Congreso muy variado en cuanto a su fragmentación.

El partido más beneficiado con la circunscripción autonómica respecto al sistema actual sería Izquierda Unida, como en los tres casos vistos anteriormente. No hay duda de que Izquierda Unida es la gran perjudicada con la circunscripción provincial que utilizamos para las elecciones generales.

Con el sistema de circunscripción autonómica, los partidos más votados seguirían estando sobrerrepresentados, aunque algo menos que en la actualidad. En cuanto a los partidos regionales no existen grandes diferencias entre ambos tipos de circunscripción.

Por lo tanto, y como hemos visto, la proporcionalidad electoral mejoraría con la implantación de la circunscripción única, y la variación del número de diputados en el Congreso, sin apenas diferencia entre 300 y 400. Creo que el problema está más en el tamaño de la circunscripción (que no tiene que ver con el número de electores, sino con el número de escaños asignados) y no tanto en el número de escaños del Congreso de los Diputados.

El prorrateo electoral

Otra causa de la desproporcionalidad electoral en España es lo que se conoce como prorrateo, es decir, el modo en que se asigna el número de escaños que van a repartirse en cada circunscripción.

La regla de reparto de escaños entre las provincias combina criterios de representación territorial y de representación inorgánica de la población. Por un lado, se reparten 100 escaños a partes iguales entre las 50 provincias, más uno para Ceuta y otro para Melilla -el 29% de los escaños-; por otra parte, se distribuyen 248 escaños -el 71% restante- entre las provincias, ya excluidas Ceuta y Melilla, de manera proporcional a la población. Como resultado, casi todas las provincias tienen un mínimo de tres diputados -excepto Soria y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla-. Dado que el reparto de la población española es muy desigual entre las provincias, lo que se produce es una acusada sobrerrepresentación de las provincias menos pobladas y la infrarrepresentación de las más pobladas.

El siguiente gráfico presenta un diagrama de dispersión de las proporciones del censo electoral de cada circunscripción y el número de escaños asignados en las 572 observaciones disponibles -las 52 circunscripciones en once convocatorias electorales-. El gráfico incluye como referencia una recta hipotética que representa un prorrateo demográfico si a cada distrito le correspondiese el número de escaños proporcional a su censo electoral.


Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste.
En este gráfico podemos ver un déficit de representación en las provincias más pobladas. Una ecuación que predice con bastante precisión el número de escaños de una circunscripción es “escaños = 1.9 + 2.5 * (porcentaje del censo)”. Esto quiere decir que a una circunscripción (distrito) en el que resida alrededor del 2% del censo le corresponden, en promedio, siete escaños, con los que estaría proporcionalmente representado -siete escaños es igual al 2% del Congreso de los Diputados-.

Las circunscripciones de mayor población están infrarrepresentadas, pues por cada punto porcentual del censo electoral obtienen, en promedio, 2.5 escaños, uno menos de los 3.5 escaños que resultaría del prorrateo proporcional de 350 asientos. Cuanto mayor es la población de la circunscripción, mayor es el déficit de representación. Las circunscripciones con menos del 2% del censo electoral están, en general, sobrerrepresentados. Una circunscripción en la que vota el 1% del censo tiene, en promedio, un escaño más que lo que sería equitativo.

Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste.

Este gráfico muestra la coincidencia entre circunscripciones de pequeña magnitud y sobrerrepresentadas, así como entre circunscripciones grandes e infrarrepresentadas. La variable “peso del voto” es la razón entre la fracción del parlamento que se elige en cada distrito y la fracción del censo electoral que realiza la elección. Si el valor es uno, o cercano a uno, se cumple el ideal de “un ciudadano, un voto”.

Como podemos apreciar, las circunscripciones grandes -de 10 o más escaños- están generalmente infrarrepresentadas. Las circunscripciones pequeñas -hasta 5 escaños- están generalmente sobrerrepresentadas. Las circunscripciones intermedias se encuentran, en promedio, proporcionalmente representadas.

Como decía antes, el prorrateo es otra de las causas de la desproporcionalidad electoral. Circunscripciones menos pobladas que reparten más escaños de los que deberían. Circunscripciones grandes que reparten menos escaños. Es otro de los problemas que habría que solucionar para mejorar la proporcionalidad electoral española.

El sesgo conservador

Otra causa de la desproporcionalidad existente en el sistema electoral español es lo que se conoce como sesgo conservador, es decir, que UCD-PP cuando han ganado las elecciones generales, lo han hecho con una ventaja mayor a la que obtiene el PSOE respecto a esos dos partidos cuando resultan vencedores los socialistas. Este sesgo tiene su origen en la Transición y la configuración de la Ley Electoral.

Si queremos comparar el rendimiento que obtienen del sistema electoral dos partidos que compiten por la mayoría debemos adoptar el punto de vista de la competición entre ambos, por lo que interesa conocer las diferencias de votos y las diferencias de escaños que los separan. Más aún, lo que nos interesa es conocer qué margen de victoria en escaños concede el sistema electoral al ganador a partir un cierto margen de victoria en votos.

Una forma natural de medir esto consiste en calcular el multiplicador del margen de victoria electoral, es decir, cuántas veces es mayor la diferencia en escaños que la diferencia en votos que separan al partido ganador en unas elecciones de su inmediato competidor.

Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste.
En este gráfico observamos la diferencia entre votos y escaños del PSOE respecto a UCD y AP/PP. Las cifras negativas indican las elecciones en las que el PSOE resultó perdedor y las cifras positivas aquellas en las que obtuvo más votos y escaños que su competidor. Visto desde esta perspectiva, la victoria del PP en 1996 sobre el PSOE ha sido la más amplificada por el sistema electoral, pues el margen de diferencia en escaños es más de tres veces superior al margen de victoria en votos. Por otra parte, la distancia que separaba a la UCD del PSOE en el parlamento era entre 2,5 y 3 veces superior a la distancia que les separaba en votos.

Sin embargo, la amplificación del margen de victoria del PSOE sobre AP o el PP tiene valores más moderados, no alcanzando nunca el 1,5. Las elecciones de 1989 son aquellas en las que el sistema electoral más parece haber ayudado al PSOE para obtener sus resultados respecto a su inmediato perseguidor, en este caso, el PP.

Por tanto podemos afirmar que las victorias en votos del PSOE se amplifican con moderación, o incluso no lo hacen, mientras que las victorias en votos del PP -o de la UCD- encuentran una respuesta más favorable en el margen de escaños sobre su competidor.

Fuente: Revista Española de Ciencia Política: “La desigualdad en el sistema electoral español y el premio a la localización del voto”. Alberto Penadés y Salvador Santiuste.

Este cuadro presenta el porcentaje de votos que obtuvo en las elecciones cada uno de los dos primeros partidos en los distintos distritos. Los datos permiten comprobar que la localización del voto de uno y otro es bastante diferente, lo que ayuda a explicar las distintas ventajas.

En las elecciones de 1977 y 1979 la UCD y el PSOE tenían pautas de localización claramente inversas, dándose el caso de que el PSOE ganaba las elecciones en los distritos grandes. En 1982 la localización del voto del PSOE todavía varía de forma considerable con la magnitud de los distritos electorales, pero esta es una pauta que va perdiéndose a lo largo de las sucesivas elecciones. Entre 1982 y 1989 el PSOE pierde más votos en las circunscripciones mayores que en el resto. En 1989 el PSOE obtiene por primera vez un porcentaje de votos ligeramente superior en el área de los distritos pequeños que en la de los grandes, lo que se encuentra relacionado con su relativamente anómala ventaja electoral de entonces. A partir de 1993 la implantación territorial del electorado del PSOE se vuelve bastante uniforme, siendo frecuente la pauta de éxito relativo tanto en el sector más mayoritario como en los distritos grandes observados.

Por el contrario, el voto del PP presenta siempre una correlación negativa con la magnitud de los distritos, semejante a la de la UCD, aunque más moderada: más votos cuanto más pequeñas son las circunscripciones. Para la UCD fue extrema: en 1977 la UCD tenía 17 puntos más de apoyo en los distritos pequeños que en los grandes. Esta pauta de localización se ha ido suavizando con AP y el PP, y con el tiempo, al menos en términos relativos, dado que el voto del PP ha crecido algo más deprisa en las circunscripciones grandes que en las restantes. Con todo, en 2004 el PP volvía a tener 10 puntos más de apoyo en las zona más mayoritaria que en la más proporcional, como en los años ochenta, aunque ese diferencial se redujo a la mitad -y a su mínimo- en 2008.

Se observa una interesante pauta entre los subsistemas en la conformación del tipo de mayoría. Cuando el parlamento ha tenido un vencedor por mayoría absoluta -1982, 1986, 1989, 2000 y 2011- el partido ganador gana las elecciones en los tres subsistemas -los tres tipos de circunscripciones-. En el resto de las ocasiones, cada partido gana en su área “natural” desde la Transición: la derecha en el mayoritario -circunscripción pequeña- y la izquierda en el proporcional -circunscripción grande-; mientras que los distritos de la zona media otorgan la mayoría parlamentaria, que en estos casos nunca es absoluta.

En conclusión, salvando las elecciones en las que uno de los partidos domina claramente al segundo, el PSOE gana las elecciones en el área menos rentable y las pierde en el área donde más ventaja se obtiene, y lo contrario sucede para UCD/PP. Como resultado, su derrota en el conjunto del país queda relativamente amplificada en el parlamento, o sus victorias poco magnificadas, lo contrario de lo que sucede para UCD/PP. Esto es lo que se conoce como el sesgo conservador del sistema electoral español.

Hemos visto la proporcionalidad electoral en España, sus causas y sus posibles soluciones. A modo de resumen:

-          Todos los sistemas electorales generan, en mayor o menor medida, desproporcionalidad. Efectos mecánicos – efectos psicológicos.

-          El sistema electoral español premia a los partidos de ámbito estatal más votados y castiga a los menos votados. En cuanto a los partidos de ámbito no estatal suele haber proporcionalidad al estar concentrados en un territorio determinado.

-          La circunscripción única es más proporcional que la circunscripción provincial utilizada en el régimen electoral de España para las elecciones generales. Un Congreso con 300 ó 400 escaños también sería más proporcional utilizando en ambos casos la circunscripción única.

-          La proporcionalidad de la circunscripción autonómica apenas se diferencia de la circunscripción provincial.

-          Una de las causas de la desproporcionalidad es el elevado número de circunscripciones pequeñas. Sesgo mayoritario.

-          La proporcionalidad aumenta conforme aumenta el tamaño de la circunscripción -recuerden que el tamaño de una circunscripción no tiene que ver con el número de habitantes, sino con el número de escaños asignados-.

-          Otra de las causas de la desproporcionalidad es el prorrateo. Circunscripciones pequeñas sobrerrepresentadas y circunscripciones grandes infrarrepresentadas.

-          La derecha obtiene una ventaja mayor respecto a su competidor cuando gana las elecciones que cuando lo hace la izquierda. Sesgo conservador. 


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domingo, 10 de enero de 2016

Descontento político y desafección política: ¿son lo mismo?

A menudo suelo oír hablar de descontento político y desafección política en los mismos términos, como si hablaran de lo mismo, sin diferenciar un término del otro.

¿Están en lo cierto o están equivocados? ¿Hay diferencias entre el descontento político y la desafección hacia la política? Para contestar estas preguntas, analizaré lo que es cada término, por qué se caracterizan y lo que la evidencia empírica nos dice de cada uno.

Descontento político

Es la insatisfacción por los rendimientos negativos de un régimen político (de sus dirigentes) ante la incapacidad para resolver problemas (que la gente cree) básicos. Es una cierta frustración que surge de comparar lo que uno tiene y lo que cree que debería tener. El descontento no suele afectar a la legitimidad democrática (nivel de apoyo a la democracia como sistema político preferido), que sigue alta incluso entre quienes están sufriendo en mayor medida las consecuencias de una crisis económica, como explica el politólogo José Ramón Montero.

El descontento, por lo tanto, es algo coyuntural y suele ir unido a una etapa de crisis económica o política, por lo que puede mejorar cuando se producen cambios electorales o mejoras en el ámbito económico.

Como ejemplos de descontento político podemos observar algunos indicadores políticos, como la confianza en el sistema Gobierno/oposición o el indicador de confianza política y expectativas (CIS), entre otros.



Nos damos cuenta que ambos indicadores tienen más o menos el mismo comportamiento: se mantienen sin grandes variaciones durante los últimos años del siglo XX y los primeros del siglo XXI; con el cambio de partido en el Gobierno de España ocurrido en 2004 se produce una mejoría de la opinión política; cae bastante con el comienzo de la crisis y los años más duros de ésta; y, por último, comienza a repuntar en los años 2014 y 2015, consecuencia de una leve mejoría en la crisis económica.

Desafección política

Por su parte, la desafección política se expresa a través de un cierto desapego o alejamiento de los ciudadanos con respecto al sistema político. Suele medirse por el desinterés hacia la política, las percepciones de ineficacia personal ante la política y los políticos y los sentimientos combinados de impotencia, indiferencia y aburrimiento hacia la política. Los síntomas que más se caracterizan con la desafección política son los siguientes: el desinterés, la ineficacia, la disconformidad, la desconfianza, el distanciamiento, la impotencia, la frustración, el rechazo o la hostilidad.

La desafección política es más estructural que el descontento (tiende a ser estable), por lo que puede aparecer antes de cualquier crisis y no mejora con cambios electorales o mejoras económicas.

Si analizamos el interés (o la preocupación) por la política en los primeros años del régimen democrático, los datos españoles indican la existencia de una clara desafección que, además, se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo.


Según la Encuesta Social Europea, España ha sido desde hace décadas el país con menos interés por la política de todos los europeos. Como explica el sociólogo Mariano Torcal, el nivel de desafección política tiene que ver con el pasado político de las sociedades. En este sentido, el pasado dictatorial español se refleja en una concepción negativa de lo político y de los mecanismos de representación política. Como muestra de ello, entre las personas que menos interés han mostrado por la política en España durante los primeros años post-dictadura destacan las de más edad.


Observamos en ambos gráficos como la desafección se mantiene más o menos estable, aunque dentro de cada grupo de edad sí que se producen variaciones significativas, como ocurre en el primer grupo de edad (18-21 años), el cual era el grupo que más interés tenía en la política en los años 80 y tan solo en una década cayó 22 puntos porcentuales.

Ocurre lo contrario con los grupos de más edad (30-64 y 65+), los cuales estaban menos interesados por la política (mayor desafección) en los primeros años de la democracia y han ido aumentando su interés paulatinamente.

En general, el interés por la política (y por tanto la desafección) se ha mantenido estable entre los 25-30 puntos de la Transición y los 30 puntos del año 2005.

Para observar de otro modo la desafección política existente en España en los últimos años, podemos analizar algunas cuestiones del CIS como “qué importancia tiene la política en la vida de las personas”. Los resultados del CIS no arrojan grandes cambios en esta cuestión, siempre se ha mantenido más o menos estable entre el 3 y el 4 (en una puntuación en la que 0 es “nada importante” y 10 “muy importante”). Asimismo, la importancia de la política es la más baja de las opciones que se dan (junto a la religión), siendo siempre superada por otras opciones como la familia, el trabajo, los amigos y el tiempo libre.

Por tanto, podemos decir que la desafección política en España se ha mantenido más o menos estable desde la Transición (con variedades según el grupo de edad), confirmando que estamos ante un fenómeno estructural, a diferencia del descontento, que es coyuntural y varía en función de diferentes factores, tanto económicos como políticos, como he explicado antes. Cada fenómeno tiene sus propias características y han ido mostrándose de diferentes formas a lo largo de los años, por lo que podemos decir con toda tranquilidad que el descontento político y la desafección política no son lo mismo.