Hay una palabra que está de moda desde que empezó la crisis
económica actual. Algunos no se cansan de repetirla, como si por decir algo
muchas veces se convirtiera ipso facto
en realidad. Me refiero, como no puede ser de otra manera, a la austeridad.
El fundamento principal de cualquier sistema económico debería
ser “no gastar más de lo que se ingresa”. Pero hemos llegado a un punto en el
que eso no vale, parece que si no te endeudas lo estás haciendo mal. De hecho,
muchos políticos prefieren gastar por encima de lo ingresado pensando que la
deuda es un fantasma que con el paso de los años se va; incluso hemos podido
ver últimamente a algunas agrupaciones políticas renegar de la deuda pública
pero a su vez proponer políticas de gasto que conllevarían sin remedio a una
deuda cada vez mayor.
Pues bien, en estos últimos años algunos sectores de la
sociedad, y algunos partidos políticos, se han llenado la boca diciendo que
España sufre una gran austeridad, que el gobierno de Rajoy ha impulsado el
famoso “austericidio” (no deben saber que “austericidio” significa precisamente
lo contrario de lo que ellos piensan, pues el sufijo “-cidio” significar “acabar
con” y de lo que se quejan algunos, precisamente no es de que se haya acabado
con la austeridad, sino todo lo contrario).
¿Hay austeridad en España?
El gasto público ha crecido sobremanera en la última década.
Las Administraciones (Estado, CCAA, Entes Locales y Seguridad Social) gastaron
un total de 461.474 millones de euros en 2014 (43,6% del PIB) frente a los
420.680 millones (38,9%) de 2007.
El gasto corriente, en donde se incluyen las principales
prestaciones y servicios públicos, apenas ha caído en 5.000 millones de euros
desde 2011, pero ha aumentado ligeramente si se toma como referencia su peso en
el PIB: ha pasado de representar el 40,6% del PIB en 2011 al 40,8% en 2014. Pero
lo más relevante es que se ha disparado casi 75.000 millones de euros durante
la crisis, pasando del 33,1% del PIB en 2007 al 40,8% actual.
En cuanto a la recaudación, desde 2007 se ha producido una
bajada de 40.000 millones de euros, a pesar de las constantes e históricas
subidas de impuestos aplicadas por PSOE y PP en los últimos años. Así que, a día
de hoy, el Estado gasta un 15% más de lo que ingresa por vía fiscal.
Hasta aquí podemos decir que la austeridad brilla por su ausencia.
Ni ha habido reducción del gasto público, ni se gasta menos de lo ingresado. El
descuadre de las cuentas es tal que a nadie en su sano juicio se le ocurriría hablar
de austeridad. Pues sí, los hay que hablan de políticas de austeridad. Y si
por algo se caracterizaría un Gobierno que practicase unas políticas económicas austeras, sería por la ausencia de déficit, y por tanto, de deuda. Si gastas menos de lo que
ingresas, tendrás superávit y no se tendrá la necesidad de pedir prestado a
otros. Todo lo contrario de lo que ocurre en España. El déficit público rondó
los 62.000 millones de euros en 2014, equivalente al 5,8% del PIB. Por su
parte, la deuda pública alcanza límites vergonzosos, tras crecer más de 600.000
millones de euros desde 2007, pasando del 35,5% del PIB al 97,7% en 2014.
En España no hay austeridad, ni la habrá mientras políticas
socialistas -aumento de impuestos, políticas de gasto expansivo, creer que la
deuda es un fantasma, etc.- sigan aplicándose. Mientras que no se reduzca de
verdad el gasto público, no se bajen los impuestos y no se siga el principio básico
de la economía de no gastar más de lo que se ingresa, no se podrá hablar de
austeridad. Y sí, yo quiero austeridad, pero una austeridad real, no solo de
palabra como hacen algunos.
Comunidades Autónomas: tampoco hay
austeridad
Las CCAA gastaron un total de 163.344 millones de euros en
2014, lo que supone 1.102 millones más que el año anterior (+0,7%). Esto supuso que el déficit regional ascendiera a 17.529 millones de euros, 1.597 millones más que en 2013 (+10%).
El aumento del gasto se debe a que ocho Comunidades Autónomas
gastaron más que el ejercicio anterior. Entre esas regiones, Cataluña encabeza
el ranking con 941 millones de euros de gasto extra. El resto de autonomías que
incrementaron gastos fueron, por este orden, Madrid (+575 millones de euros),
País Vasco (+308), Comunidad Valenciana (+251), Extremadura (+100), Baleares
(+79), Asturias (+39) y Canarias (+25). Por si esto fuera poco para hacer ver que tampoco existe
austeridad en las administraciones autonómicas, se prevé que en 2015 todas las
CCAA aumenten el gasto, al tratarse de año electoral.
¿Existe austeridad en las CCAA? Ni mucho menos. Al igual que pasa con la
administración central, se gasta más de lo que se ingresa y se aumenta, año
tras año, el gasto. Así no hay manera de encontrar la luz en una crisis.
Por lo tanto, los que dicen -encima en tono de insulto, como
si fuera algo diabólico- que en España hay austeridad, mienten. A propósito o
por ignorancia, mienten. Como he dicho antes, no se puede hablar de austeridad
mientras se aumenta el gasto y se sigue gastando más de lo ingresado. Por
cierto, la austeridad no es mala, en contra de lo que muchos políticos y actores
sociales quieren hacer creer, puesto que ella es la mejor forma de que haya
bienestar y crecimiento económico.
¿Qué se debe hacer? Vivir con lo que uno tiene, tanto a
nivel microeconómico (familias y empresas) como macroeconómico (Estado); no
cabalgar sobre la deuda, que es lo que han venido haciendo muchos Estados,
pensando que la deuda es un fantasma o un sueño que nunca se hace realidad. Las
administraciones públicas deben aprender a “vivir” con lo que recaudan, igual
que una familia vive con lo que ingresa a través de sus salarios. Esa es la única
manera de poder superar una crisis económica a largo plazo: sin deudas -o las
menos posibles- y ahorrando.
Pero claro, con el Consenso socialdemócrata que padecemos -algo parecido a “el Estado es Dios” del padre de la socialdemocracia Ferdinand Lasalle-, pedir que el Estado no se endeude y baje impuestos para que se pueda ahorrar es como pedir peras al olmo: algo imposible.
Pero claro, con el Consenso socialdemócrata que padecemos -algo parecido a “el Estado es Dios” del padre de la socialdemocracia Ferdinand Lasalle-, pedir que el Estado no se endeude y baje impuestos para que se pueda ahorrar es como pedir peras al olmo: algo imposible.
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